Les confieso que no era muy amante de los chales, aunque siempre me gustó abrigarme el cuello pero prefería hacerlo con bufandas.
Quizás fue el exceso de podcast en los que hablaban y mostraban sus chales, no lo sé, el hecho es que un día decidí probar tejer un chal. Y comencé por el Odissey de Joji y debo decir que me encantó! tanto que tejí dos, uno que le regalé a mi mamá y el otro a una seño del cole de mi hija.
Después vinieron otros patrones, algunos más complejos, otros más simples, en grosor Dk, en fingering, con uno o más colores.
Y un día pensé en diseñar uno propio, quería que fuera liviano y que tenga el tamaño justo para mí gusto ;) Es decir, que no fuera chiquito que parezca un pañuelo pero tampoco enorme que uno se tenga que dar 5 vueltas al cuello!
Claro que pensaba usar mis lanas y me decidí por las light fingering, son rendidoras, abrigan porque son 100% merino pero tienen una caída suave y liviana. Busqué colores, en general siempre tiendo a usar la misma paleta, y me encontré con una gama en degradé que me encantó.
Y ahí empecé a jugar con las texturas y colores, quería que fuera agradable de tejer, que se pueda mirar una película o charlar mientras se tejía, me importaba que el color y los cambios se destaquen y pensé en finalizarlo con un calado súper delicado.
Una vez que lo terminé empecé a buscarle un nombre y encontré en una cuenta de instagram @proyectodiccionario el significado de la palabra Confluir: Coincidir en un mismo fin.
Me pareció hermoso y significativo desde muchos aspectos y así lo nombré.
Y cada vez que me envían fotos de sus Confluir lo agradezco enormemente, todos son muy bellos.
Para el primer artículo del blog quería contarles un poco sobre esta (mi) experiencia que conjuga los hilados y los tintes naturales con un proceso de diseño en el que todo confluye hacia un mismo fin.